El té es esencial en Azerbaiyán y está en la COP29. Pero no es inmune al cambio climático

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Dos mujeres sirven té en el pabellón de Azerbaiyán durante la cumbre climática COP29 de la ONU, el miércoles 13 de noviembre de 2024, en Bakú, Azerbaiyán. (AP Foto/Peter Dejong)

BAKÚ, Azerbaiyán (AP) — Aunque todavía no se vislumbran acuerdos entre los negociadores en las conversaciones sobre el clima organizadas por Naciones Unidas, el té ciertamente está presente.

Es uno de los recordatorios más claros de que la cumbre climática —COP29— es organizada por Azerbaiyán. Los asistentes que deambulan kilómetros dentro del recinto cerrado tienen amplias opciones para hacer una parada y consumir azúcar y cafeína: las tiendas apilan altos montones de pastelitos pakhlava con azúcar y nueces, y shekerbura en forma de media luna con cardamomo. En el pabellón de Azerbaiyán, mujeres vestidas con el traje tradicional de Bakú sirven la bebida caliente a los visitantes.

Todo ello, al igual que la vida diaria en la ciudad afuera, gira en torno al té, que el cambio climático amenaza en todo el mundo. A medida que gobernantes mundiales llegan a la capital Bakú para las conversaciones sobre el clima, los investigadores que estudian el té informan que, en algunas regiones del planeta, el cultivo del té podría disminuir en más de la mitad debido al aumento de las temperaturas, la sequía, las fuertes precipitaciones y la erosión que afectan a las plantas de té y la tierra en la que crecen. Los científicos están estudiando formas de mejorar las variedades de té y prepararse para un futuro en el que parte de la producción de té se traslade hacia el norte, junto con muchos otros cultivos gravemente afectados por el cambio climático.

El té “es una fuente de sustento para nuestra región; especialmente para la gente local, para los productores de té”, dijo en turco Keziban Yazici, una profesora que ha estado estudiando los efectos del calentamiento global sobre el té. “Necesitamos tomar las precauciones necesarias contra el cambio climático para hacer que este producto sea sostenible”.

Su equipo ha estado trabajando en el desarrollo de variedades de té resistentes a la sequía y protegiendo el banco genético del té en la Universidad Recep Tayyip Erdogan en Rize, Turquía, una de las principales áreas productoras de té en la región del Cáucaso. Yazici viajó a Azerbaiyán esta primavera para iniciar una mayor cooperación entre los países —que tienen muchas similitudes en la cultura y el cultivo del té— en la preparación de los cultivos de té ante la amenaza del cambio climático.

El futuro en riesgo de esta bebida tan querida es un recordatorio de que, si el mundo no cumple con los objetivos contra el calentamiento global establecidos en el Acuerdo de París, muchos lugares en todo el planeta no sólo lamentarán la pérdida de vidas y medios de sustento, sino también de preciados elementos del patrimonio cultural.

“La cultura y el futuro deben estar alineados”, dijo Fatima Fataliyeva, gerente sénior de sostenibilidad para la empresa que opera la COP29, quien fue responsable del diseño del pabellón de Azerbaiyán en el lugar. “Mi madre me enseñó esto, así que yo se lo enseñaré a mis hijos, de forma que no desaparezca”.

Fataliyeva describió la importancia para su equipo de incluir la cultura azerbaiyana en el lugar. Lo primero que llama la atención, indicó, es el té.

Desde temprana edad aprendió que beber té simbolizaba hospitalidad y respeto. El té se bebe con familia y amigos, en casa y en citas románticas. Es central en los chismes y en la formación de parejas, para los abuelos que juegan al ajedrez, en festivales y en tiempos de duelo. La gente lo bebe en vasos en forma de pera llamados armudu, los cuales mantienen caliente la parte inferior del té mientras enfrían la parte superior. A veces es servido con una rodaja de naranja o limón y un terrón de azúcar hervido.

“Cuando estás feliz, bebes té. Cuando estás triste, bebes té”, dijo Levent Kurnaz, un profesor que estudia el cambio climático y formas de combatir las plagas invasoras, que probablemente causarán cada vez más daño a las plantas de té.

Kurnaz asistió a la COP29 en parte porque la consideraba una forma importante de comunicar acerca del cambio climático, un tema del que dice no se habla tanto en Turquía y Azerbaiyán, pero que ya preocupa a los pocos expertos en la materia en la región debido a una vasta gama de problemas, presentes y futuros, en campos que van desde la agricultura hasta la inmigración.

“El cambio climático afectará seriamente a esta región”, dijo Kurnaz, especialmente a los agricultores —muchos de los cuales son mujeres— que han cultivado té toda su vida. “No tienen ni idea de qué hacer cuando la producción de té se eche a perder. Pero en algún momento eso ocurrirá”.

Azerbaiyán ocupa el puesto 25 en la lista de los principales países exportadores de crudo y es uno de los lugares en los que nació la industria petrolera, una de las principales fuentes de emisiones de dióxido de carbono que calientan el planeta. El país planea aumentar su producción de combustibles fósiles durante la próxima década para satisfacer la demanda de Europa, y su producción de petróleo ha sido un punto de controversia desde el comienzo de esta COP.

Pero el presidente Ilham Aliyev dijo este año que el país está en una fase de transición hacia la energía limpia, a la vez que sostuvo que el mundo seguirá necesitando combustibles fósiles para desarrollarse en el futuro previsible.

Para la gente común, así como para los productores, el cambio climático y los alimentos y bebidas que elegimos están entrelazados. Esto es evidente para Rauf Shikhaliyev, quien posee un restaurante vegetariano y vegano en Bakú llamado De Rama, también incluido en la sección de comidas del lugar donde se lleva a cabo la COP29. Sentía que era “muy importante participar” en las conversaciones sobre el clima porque su proyecto de crear un restaurante vegetariano estaba “altamente vinculado al cambio climático”, señaló.

Dijo que, después de años de estar en el negocio de los restaurantes, ha visto la cultura del té de primera mano: antes de ordenar comida, muchos lugareños primero piden té.

Es apropiado para la ONU: “Beber té hace que la gente se una de cierta manera”, señaló.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de la AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.