Belem, sede de la próxima cumbre climática COP30, padece contaminación y violencia

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Un hombre navega por el río Aura, en Belem, Brasil, el 24 de septiembre de 2024. (AP Foto/Paulo Santos)

BELEM, Brasil (AP) — En los últimos años, científicos del clima, ambientalistas y el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva han promovido la primera conferencia climática de la ONU que se celebrará en la Amazonía. La selva tropical más grande del mundo almacena enormes cantidades de gases de efecto invernadero que calientan el planeta, lo que la convierte en crucial en la lucha mundial contra el cambio climático.

Además del simbolismo de ser sede en la Amazonía, la COP30, como se denominan las conversaciones sobre el clima, será una reunión crucial porque las naciones deben presentar planes actualizados para reducir las emisiones.

Pero cuando decenas de miles de participantes lleguen a la ciudad anfitriona de Belem el próximo año, no encontrarán imágenes idílicas de la selva tropical, como vegetación exuberante y ríos limpios. En Belem, empobrecida, azotada por el crimen y repleta de desigualdades, la mayoría de los 2,5 millones de residentes viven en barrios marginales. Además, solo el 2% de las aguas residuales de la ciudad se trata, lo que genera un grave impacto en sus 14 cuencas fluviales.

Desde que fue designada como sede hace dos años, esta bulliciosa área metropolitana cerca del río Amazonas está preparándose. En varias partes de la ciudad, vallas de construcción con carteles de “COP30” rodean edificios. Se están desarrollando tres grandes hoteles, pero eso no proporcionará suficientes habitaciones, por lo que los organizadores planean utilizar cruceros que pueden hospedar hasta 5.000 personas. El gobierno de Brasil estima que 50.000 personas asistirán a la COP30, incluidos hasta 150 jefes de Estado.

La COP30 también servirá como una prueba para el compromiso de Lula con la preservación de la Amazonía. Cuando fue elegido para un tercer mandato en 2022, el líder izquierdista fue celebrado por promesas de frenar la explosión de deforestación que ocurrió durante el gobierno de extrema derecha del presidente Jair Bolsonaro.

Aunque la administración de Lula ha reducido drásticamente la tasa de destrucción forestal, el líder brasileño ha hecho declaraciones a favor de dos de los proyectos más controvertidos en la región: abrir la desembocadura del río Amazonas para grandes exploraciones petroleras y pavimentar una carretera que atraviesa la sección más preservada de la selva tropical.

Preparativos de infraestructura y seguridad en una ciudad históricamente violenta

El gobierno estatal de Pará ha lanzado unos 30 proyectos de infraestructura que van desde el turismo hasta el desarrollo urbano.

Uno de los más grandes es el Parque da Cidade (Parque de la Ciudad) que abarca 500.000 metros cuadrados (123 acres) sobre un antiguo aeródromo. Contará con un museo, restaurantes y senderos para caminar y andar en bicicleta. Después de servir como sede para la COP, se convertirá en un espacio público.

El proyecto lo lleva a cabo la gigantesca minera Vale, responsable de dos de los desastres ambientales más devastadores de Brasil, en 2015 y 2019, cuando colapsaron presas de residuos en el estado de Minas Gerais, matando a 291 personas y contaminando cientos de kilómetros de vías fluviales.

En un comunicado, el gobierno de Pará dijo que la legislación local permite que las compañías mineras paguen una parte de sus cuotas en forma de proyectos públicos. También dijo que Vale, que opera una de las minas de mineral de hierro más grandes del mundo en este estado amazónico, cumple con las leyes ambientales.

Belem ha sido clasificada a menudo como una de las ciudades más violentas de Brasil e incluso del mundo. El crimen organizado y las milicias vinculadas a la policía controlan partes de la ciudad, y es común que los residentes relaten historias de robos. La seguridad se incrementará durante la conferencia, y hay planes iniciales de involucrar al ejército, la agencia de inteligencia de Brasil y las agencias locales de aplicación de la ley.

La ciudad está acostumbrada a grandes multitudes. Cada noviembre, alberga la Procesión de Nuestra Señora de Nazaret, una de las festividades religiosas más grandes de América Latina. Este año, alrededor de 2 millones de personas acudieron a las calles de Belem y no hubo incidentes mayores.

Además, Brasil ha sido anfitrión de grandes eventos internacionales, incluyendo la Copa del Mundo de 2014, los Juegos Olímpicos de 2016 y la histórica Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en 1992, que estableció el proceso de negociaciones climáticas internacionales.

Un río es un microcosmos de los problemas de Belem

El río Tucunduba, que desemboca en el río Guama, es el receptáculo de muchas aguas residuales sin tratar y basura mientras atraviesa dos de los barrios más pobres de Belem.

Durante un viaje en barco en octubre, periodistas de The Associated Press experimentaron agua maloliente y vieron refrigeradores flotando entre islas de basura en las que aterrizaban garzas. En el tramo junto al barrio Terra Firme, las orillas han sido tomadas por casas sobre pilotes construidas de manera informal.

“Solía bañarme aquí hasta que tenía 14 años. Había árboles alrededor, y el agua era oscura y fría”, dijo el barquero Fabio Passos, de 42 años. Pero lo que solía ser un río ahora es “un gran zanjón”, dijo.

La contaminación del río está vinculada al crecimiento caótico de Belem en las últimas décadas, cuando Brasil experimentó una masiva migración de áreas rurales a urbanas. Hasta la década de 1970, la mayoría de la población amazónica vivía en la selva tropical. Hoy, el 75% de sus 28 millones de habitantes están en áreas urbanas, donde la pobreza es generalizada y la violencia relacionada con las drogas es rampante.

Uno de estos migrantes es João Maria Garcias, de 55 años, un metalúrgico que se mudó a un asentamiento informal cerca de Tucunduba desde una comunidad ribereña en 1987. Al principio, los lugareños pescaban peces e incluso camarones en el río. Luego, las casas sobre pilotes tomaron las orillas, generando aguas residuales.

Padre de seis hijos, Garcias dijo que el barrio solía ser muy violento, pero ahora puede dejar herramientas de trabajo sin vigilancia gracias a una banda criminal que controla la zona.

“Si alguien roba, le disparan en la mano. Gracias a Dios ahora está más tranquilo”, dijo.

En preparación para la COP, bajo el nombre de “macrodrenaje”, el gobierno estatal ha estado instalando cientos de losas de concreto a lo largo de las orillas del río y sus afluentes. El proyecto incluye la expansión de los sistemas de alcantarillado y suministro de agua y la pavimentación de carreteras. En un comunicado, el gobierno estatal dijo que el esfuerzo “ayudará a reducir los problemas de inundaciones”.

Este enfoque ha sido criticado por Mandi, un grupo ambiental sin fines de lucro liderado por mujeres enfocado en los ríos de Belem y el cambio climático. Argumenta que para prevenir inundaciones sería mejor restaurar las orillas del río plantando vegetación y eliminando el concreto, permitiendo así que sus aguas fluyan libremente.

“El recuerdo de la persona amazónica bañándose en el río se está desvaneciendo”, dijo la bióloga Natasha Reis, portavoz de Mandi. “No podemos preservar lo que no amamos ni experimentamos. ¿Cómo tendrán las futuras generaciones el deseo de preservar un río que siempre ha sido un zanjón para ellos?”.

Una de las actividades educativas de Mandi es llevar a los estudiantes a visitar las cabeceras del Tucunduba. La zona se ha preservado gracias a Paraguassú Éleres, de 85 años, topógrafo, abogado y escritor. En 1977, compró un terreno para construir la casa de la familia. Durante la construcción, ignoró el consejo del ingeniero y decidió preservar las nacientes del río, plantando un jardín alrededor del estanque de 105 metros cuadrados (1.130 pies cuadrados).

El día que AP visitó a Éleres, tortugas gigantes de la Amazonía nadaban libremente en el estanque en su propiedad mientras una garza esperaba como estatuilla su oportunidad para atrapar un pez entre el agua verdosa. Un oasis en medio de los edificios y calles, es la única parte limpia del río Tucunduba.

“No hubo planificación urbana, y la gente tomó control. Las cabeceras del río están limpias solo porque decidí preservarlas”, dijo Éleres.

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La cobertura climática y ambiental de The Associated Press recibe apoyo financiero de múltiples fundaciones privadas. La AP es la única responsable de todo el contenido.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.