Iglesia en Minneapolis ofrece sesiones de bienestar con acupuntura en su ministerio para migrantes

MINNEAPOLIS, Minnesota, EE.UU. (AP) — Inmediatamente después del culto dominical en la iglesia luterana de San Pablo, Juan Carlos Toapanta se recostó en un sillón de descanso colocado junto al altar, con agujas clavadas en la frente, la muñeca y el pie, para una sesión de acupuntura de una hora.

“Se siente como un privilegio: tanto como la luz del Señor ayuda emocionalmente, se trata también el dolor del cuerpo”, señaló este obrero ecuatoriano de la construcción, quien sufre de ciática y ha asistido a la iglesia de Minneapolis durante unos cinco meses. “Se libera todo, emocionalmente”.

Fundada por inmigrantes suecos a finales del siglo XIX, la iglesia es ahora una congregación predominantemente hispana. Al igual que la mayoría de las demás iglesias en Estados Unidos que atienden a inmigrantes, ha ampliado su ministerio humanitario, financiero, jurídico y pastoral durante la represión migratoria del gobierno del presidente Donald Trump.

Ha añadido también sesiones mensuales de bienestar —sin costo— con acupuntura, Reiki y terapia con ventosas para aliviar el estrés que la incertidumbre y el miedo han sembrado entre la comunidad inmigrante, entre la que hay personas que residen en Estados Unidos sin autorización legal y ciudadanos nacidos en ese país en familias con estatus migratorio mixto.

“Tenemos que estar bien para responder bien, no con pánico y miedo. El miedo no da nada bueno”, expuso Lizete Vega, coordinadora de participación familiar de la iglesia. “La persona siente que está protegida y puede ser cuidada espiritualmente, emocionalmente y físicamente”.

El ministerio religioso incrementa su promoción de la salud mental

Los líderes religiosos —desde capellanes en la Armada hasta pastores en zonas rurales— se han visto cada vez más llamados a ayudar a sus congregaciones a enfrentar problemas de salud mental.

Algunos ven la necesidad de brindar consuelo y bienestar como una parte creciente de su ministerio a los migrantes, incluso cuando las directrices federales actualizadas para el control de la inmigración ahora ofrecen mayor margen de maniobra para aplicar la ley en o cerca de los lugares de culto.

“Fue como si pudieran exhalar profundamente”, observó el reverendo Hierald Osorto sobre los 30 feligreses que se inscribieron para la primera sesión de bienestar en marzo en la iglesia de San Pablo, donde un mural al aire libre presenta dos caballos tradicionales suecos de Dalecarlia entre las palabras “sanación” y “resiliencia” en español.

Al finalizar el culto del domingo pasado, la mesa del altar y los lirios de Pascua fueron reubicados para dar cabida a siete sillas de acupuntura, dispuestas en círculo frente a la cruz central. Se instalaron tres camillas de masaje delante de los bancos para aplicar el tratamiento de Reiki, en el que los terapeutas colocan sus manos sobre o cerca de los centros energéticos del cuerpo.

“Ver este espacio convertido literalmente en un lugar de sanación, donde hablamos de ello justo en el altar, me conmovió hasta las lágrimas”, confesó Osorto.

La creciente ansiedad y confusión afectan la salud mental y el bienestar de los migrantes

Los terapeutas del bienestar y los profesionales de la salud mental afirman que la ansiedad y la depresión entre aquellos a quienes atienden en las comunidades de migrantes se han extendido e intensificado este año.

Los migrantes ya llegan con traumas graves por la violencia de la que huyeron en sus países de origen, así como por los ataques en las rutas controladas por los cárteles hacia y a través de la frontera estadounidense.

En particular las mujeres suelen sufrir agresión sexual durante el recorrido. Para muchas, el miedo a que ellas o algún familiar sea deportado es una revictimización. Por eso, es imperativo que existan “lugares seguros” donde puedan centrarse en su bienestar, señaló Noeline Maldonado, directora ejecutiva de The Healing Center, un organismo que ayuda a víctimas de violencia doméstica y sexual en el distrito neoyorquino de Brooklyn.

Las sesiones que fomentan el enraizamiento espiritual y la atención plena son necesarias para afrontar el estrés generado por las crisis inmediatas y por la incertidumbre a largo plazo a medida que las políticas migratorias cambian.

“La incertidumbre es lo más importante”, opinó Cheryl Aguilar, directora del Hope Center for Wellness en el área de Washington, D.C., que se ha asociado con iglesias para ofrecer programas de salud mental.

Estar en comunidad y cultivar la esperanza es crucial, ya que muchas personas responden al miedo con un aumento en la ansiedad, síntomas traumáticos y aislamiento, todo lo cual puede tener consecuencias duraderas, añadió Aguilar.

“Es un trabajo constante, un miedo constante”, apuntó Sarah Howell, trabajadora social clínica en Houston con más de una década de experiencia en traumas relacionados con la migración. “Cada problema parece más grande”.

Howell comentó que muchos de sus clientes en Texas se han dado cuenta de que no pueden vivir en un estado de alarma constante, y el alivio que los programas de bienestar brindan se vuelve esencial.

Encontrar sanación en lugares de culto

“Se sienten sin esperanza, pero tienen que luchar”, dijo Guadalupe González, una de las practicantes bilingües de Reiki cuya organización, Odigo Wellness, se asoció con la iglesia de San Pablo en Minneapolis para ofrecer las sesiones.

Dijo también que tenía cierta renuencia a realizar las prácticas curativas dentro de la iglesia, un espacio grande inundado con luz natural y gente que circula.

Pero “el santuario tiene una energía muy bonita, muy positiva”, expresó González. “Nosotras sentimos muchas emociones”.

Varios feligreses que asistieron a la sesión de bienestar de dos horas del domingo pasado señalaron que experimentaron la energía y la conexión entre estas prácticas curativas y la fe.

Martha Domínguez bajó con brío las escaleras del altar tras una sesión de acupuntura. Sonrió y expuso que nunca se hubiera imaginado una iglesia que ofreciera este tipo de “beneficios”.

“Sí, ayuda tanto”, expresó la inmigrante mexicana. “El estrés (se) le quita a uno”.

Limber Saliero, un especialista en techos originario de Ecuador que ha hecho de la iglesia de San Pablo su lugar de culto desde hace más de un año, reportó que nunca había oído hablar de la acupuntura, pero decidió probarla.

“Me sentí como una energía que se me iba entrando”, puntualizó.

Vanessa Arcos probó la acupuntura con su hermana y su padre, mientras que su madre recibió un tratamiento de Reiki. La familia comenzó a asistir a la iglesia en la semana que llegaron a Minnesota desde su estado natal de Guerrero, México, hace casi una década.

Recostada en un sillón de descanso junto a una estatua de la Virgen de Guadalupe, Arcos confesó que superó su miedo a las agujas, y que el tratamiento le pareció relajante para los músculos y para la mente.

“Me sentí muy en paz, muy segura”, manifestó Arcos. “Es importante hacer pequeñas cosas por uno mismo”.

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Esta historia ha sido actualizada para corregir el título de trabajo de Lizete Vega a coordinadora de participación familiar en lugar de coordinadora de acercamiento a los hispanos. También se ha corregido para reflejar que Limber Saliero ha asistido a la iglesia de San Pablo durante más de un año, en lugar de cinco años.

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La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de la colaboración de la AP con The Conversation US, con financiamiento de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.