La vicepresidenta de Ecuador admite a AP que siempre aspiró a “llegar al poder”. No podrá por ahora
La vicepresidenta de Ecuador admite a AP que siempre aspiró a “llegar al poder”. No podrá por ahora
QUITO (AP) — La vicepresidenta de Ecuador, Verónica Abad, está suspendida en sus funciones por el gobierno de Daniel Noboa, lo que la aleja del sueño que tiene desde niña de ser presidenta.
En entrevista con The Associated Press, Abad admitió el viernes que en su vida siempre ha estado la meta de ”llegar al poder” y que se preparó para ello. Aunque, ahora, ni puede ni tampoco habla abiertamente de que tenga intenciones de presentarse como candidata.
Ecuador celebrará elecciones en febrero de 2025 en las que el mandatario ecuatoriano aspira a la reelección y en las que se ha garantizado no tener de delegar sus funciones presidenciales a Abad durante la campaña, al suspenderla de cargo y sueldo por 150 días. Casi hasta que tome posesión el siguiente presidente.
“Me formé para ser gobernante, desde niña me formé para eso”, reconoció la vicepresidenta sobre una aspiración que estuvo cerca de cumplir, de no ser por la ruptura que se fraguó entre ella y Noboa desde antes de acceder al poder, durante la anterior campaña electoral a finales de 2023—. Hasta ahora, ni ella ni nadie han dado a conocer las razones.
“En mis planes, eso siempre está, siempre ha estado”, aclaró. Es “un sueño de mi vida legal, legítimo, que lo he construido con mucho esfuerzo”.
Hasta hace dos semanas, era Abad quien debía suceder en época de campaña al presidente y candidato Noboa, de acuerdo con la Constitución ecuatoriana. La sanción contra ella —que dura cinco meses— abrió la puerta para que el mandatario designara como vicepresidenta interina a una persona de su círculo cercano, Sariha Moya, pese a las críticas de analistas, abogados y de la academia.
La autoridades del ministerio del Trabajo, la procesaron porque no atendió la orden de trasladarse de Israel, en donde se desempeñaba como embajadora, a Turquía hasta el 1 de septiembre. Lo hizo una semana más tarde. Tras la sanción, Abad regresó al país el miércoles aduciendo que lo hacía como un acto de rebeldía.
“Rivalidad no existe, nunca he sido una rival del presidente”, recalcó Abad. No se explica, insiste, por qué “sin razón alguna” se produjo el distanciamiento con Daniel Noboa. El presidente la ha acusado de desleal y ella ha respondido tachándolo de misógino.
Se ha dedicado a “atacarme, perseguirme”, reprochó, a través de “mentiras, engaños” ante los ecuatorianos. Ahora, dijo Abad esta semana al aterrizar en Quito, viene a dar la cara.
Ante la posibilidad de que se abra un diálogo entre ambos, la vicepresidenta cuestionó la falta de voluntad de Noboa. “No es que no ha habido el espacio, que no hemos querido hablar con el presidente”, pero afirmó que fue él quien cortó la comunicación “desde el momento que me dio el decreto presidencial para salir a Israel”.
La última vez que lo vio personalmente, aseguró, fue el 23 de noviembre del año pasado, en su toma de posesión.
Al preguntarle si ha tenido contacto con organizaciones políticas de diversas tendencias de cara a las próximas elecciones presidenciales, aseguró que no. “No he conversado”, dijo. Tampoco apoyará a ningún partido, aunque convocó a que haya un proceso electoral “justo y transparente”.
Mientras ella se desempeñaba como embajadora, su hijo mayor, Francisco Barreiro, fue acusado por la fiscalía de tráfico de influencias en la Vicepresidencia para colocar a personas en esa cartera a cambio de una parte del sueldo. Estuvo en prisión preventiva por casi un mes y medio en una cárcel de máxima seguridad de Guayaquil, junto a peligrosos criminales y políticos corruptos, de donde salió tras pagar 20.000 dólares de fianza.
Esta semana, Barreiro fue llamado a juicio para dirimir su responsabilidad en ese delito, que en las leyes de Ecuador se castiga con penas de seis meses a dos años de cárcel.
Consultada por el caso, Abad dijo que hacía un llamado a la fiscalía “a medir sus competencias de acuerdo a la justicia y al Derecho, no hacia la persecución política que han tenido conmigo”. Calificó a esa entidad como una “fiscalía injusta” por lo realizado hasta ahora.
“¿Cómo puede llamar a juicio a una persona que, en sus informes periciales, no se demuestra lo que ellos dicen?”, se preguntó. “Esto fue para presionarme, para que renuncie”.