A través del teatro, estos artistas celebran el legado afrodescendiente en México
A través del teatro, estos artistas celebran el legado afrodescendiente en México
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Algo no cuadraba, pero a la actriz mexicana Eréndira Castorela le tomó tiempo descifrar qué era.
Varios directores de casting le decían que era “muy alta” para interpretar a una mujer mexicana. Otros, que sus facciones no eran “suficientemente indígenas”.
“Luego descubrí lo que es reconocerse como una persona afro”, dijo Castorela. “Somos muy diversos y quizá por la discriminación no nos sabemos identificar como tal.”
Su vida dio un giro cuando se unió a Mulato Teatro, una compañía que agrupa a intérpretes afrodescendientes que intentan abrirse espacios a pesar del racismo en México. Sin embargo, como muchos activistas del país, Castorela piensa que aún resta trabajo por hacer para cerrar la brecha de discriminación.
“Uno puede voltear y ver los rizos, los pómulos, los labios o los distintos tonos de piel, pero todavía hay una herida que no nos hace identificarnos”.
México también es afro
En Estados Unidos se han realizado esfuerzos por destacar el legado de la comunidad negra, pero en México el reconocimiento a la diversidad ha caído a cuentagotas.
“Esta invisibilización tiene que ver con un problema de racismo y la ideología del mestizaje”, dijo María Elisa Velázquez, académica del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
“La idea del mestizaje ha negado la diversidad cultural de lo que somos los mexicanos”, agregó.
Es bien sabido que las tierras Mesoamericanas conquistadas por los españoles en el siglo XVI eran habitadas por indígenas, lo que derivó en uniones y nacimientos mixtos. No obstante, en el proceso también estuvo involucrada la población negra que fue traída a las Américas como esclava desde África.
De acuerdo con Velázquez, la evolución de las comunidades donde se incorporaron grupos negros dependió de su ubicación geográfica. “Hubo mucha población afro que tuvo relación y convivencia con las indígenas, entonces es una población muy heterogénea”.
Cifras oficiales de 2024 estiman que la población afrodescendiente de México es de 3,1 millones que se concentran en los estados de Guerrero, Morelos, Colima y Quintana Roo. La mayoría se identifica como afromexicana, pero 63 de cada 100 personas simultáneamente se perciben como indígenas.
Abrazando una nueva identidad
Una vez que Castorela comenzó a cuestionar si podría tener ancestros afro, recurrió a los álbumes familiares y las fotos de sus tíos y otros parientes despejaron sus dudas.
“También me di cuenta de que la narrativa era siempre invisibilizar esos orígenes”, dijo la actriz de Morelos, un estado vecino a Ciudad de México. “Siempre había una cosa de: ‘en la familia había alguien más güerita’ (rubia) o ‘la abuela tenía rasgos más finos’”.
Puede que Castorela no tenga el cabello ensortijado ni su tono de piel sea idéntico al de otras mujeres afro, pero su cuerpo nunca mintió.
Cuando tomaba clases de ballet solía sentirse limitada e incómoda. No fue sino hasta que comenzó a practicar el baile afro que la coreografía se volvió perfecta para su altura, peso y alma.
“Me siento mucho más libre porque hay apertura, hay movimiento”, dijo. “Identificarme como afromexicana me dio también esa paz mental y espiritual de saber que sí hay un lugar donde me puedo reflejar”.
Una carrera desafiante
La compañía de teatro donde Castorela y otras dos decenas de artistas colaboran fue fundada a principios de los 2000 por otra mujer afro que también enfrentó obstáculos para brillar como actriz negra en México.
Nacida en Colombia, un país sudamericano donde alrededor del 10% de la población es negra, Marisol Castillo dice que jamás imaginó que sus rasgos físicos pudieran convertirse en un obstáculo para su carrera. Sin embargo, tras enamorarse del dramaturgo mexicano Jaime Chabaud y mudarse a México, su percepción cambió.
“Nos quieren meter a todos en el mismo estilo, el estilo blanco”, dijo Castillo. “Lo que se sale de esos estilos es como: ‘no sirve, es mal actor, está fuera de tono’, pero no es eso, es que somos diferentes”.
En México los directores de casting solían ofrecerle papeles como prostituta, bailarina exótica, sirvienta o esclava. Así que Castillo hizo mancuerna con Chabaud y así nació Mulato Teatro.
“Había muy poca apertura y conciencia de que México también era afro”, dijo Chabaud. “Entonces comencé a escribir para ella”.
Historias de un legado africano y mexicano
Los temas que abordan las obras de Chabaud son tan diversos como los actores que dan vida a sus personajes.
“Cuentos eróticos africanos del Decamerón negro” se inspiró en tradiciones orales que fusionan la cosmovisión africana. “Yanga” retrata a un héroe negro de la vida real que desde el siglo XVII se consideró un libertador en el estado mexicano de Veracruz.
Entre las temáticas que lo inspiran también hay relatos cuyo origen está más cerca de casa. “¿A dónde va señor Tlacuache?” cuenta la historia de un marsupial que aparece en mitos mesoamericanos.
En la obra de Chabaud, una suerte de zarigüeya conocida como “tlacuache” roba el fuego a una diosa para salvar a la humanidad del hambre y la oscuridad. La criatura no posee poderes divinos, pero su habilidad para hacerse el muerto le permite esquivar al jaguar, otra deidad que salvaguarda las llamas.
“Jaime siempre nos dice que todos deberíamos de adorar al señor Tlacuache y no a otras deidades”, dice Aldo Martin, quien protagoniza la obra.
El actor de 28 años dice que no se identifica como afro, pero sí cree que el trabajo de la compañía retrata la diversidad que existe en el país.
“Nuestros ancestros no sólo son indígenas sino que tienen mezclas y esas mezclas han dado como resultado una sociedad muy distinta, de todos los colores, y no creo que pudiéramos encasillarnos en ser afros”.
La diversidad es bienvenida en Mulato Teatro
Castillo y Chabaud principalmente animan a que actores afrodescendientes trabajen con ellos, pero también apoyan el teatro comunitario y a intérpretes LGBTQ+.
Entre ellos destaca la actriz trans Annya Atanasio Cadena, quien comenzó su carrera en el estado de Colima trabajando en obras que abordaban temáticas como suicidio, alcoholismo y drogadicción en barrios vulnerables.
“En mi comunidad (LGBTQ+) sabemos lo que es luchar en contra del mundo,” dijo Atanasio, quien interpreta a una mujer trans en una obra de Chabaud sobre violencia de género.
“Es muy conmovedor poder vivir este espacio que también me sana de manera personal”, agregó. “Es mostrar que existimos, que somos más que historias. Somos ‘cuerpas’, pulsiones, sentires y los dolores que cargamos”.
Sueños de una tierra desconocida
Hay una obra especial que Castillo escribió y dirigió: “Soñando África”.
Aunque la colombiana no ha logrado rastrear los orígenes exactos de sus ancestros, su trabajo y comunidad la hacen sentir más cerca de un hogar lejano. “Cuando las personas de la misma etnia nos encontramos, nos llamamos hermanos”, contó Castillo. “Porque todos salimos del mismo puerto”.
Dice que recuerda muy bien una presentación de “Soñando África”, cuando una chica se le acercó al finalizar la función.
“No podía hablar, así que nos abrazamos”, relató. “Y luego me dijo: ’gracias por decir que soy bonita, por hacerme ver mi valor’”.
Castillo también aprende algo de sí misma con cada escritura, dirección y actuación. Es como pelar una cebolla, dijo, como si quitar cada capa revelara más y más de lo que se encuentra en el corazón.
“Crezco con cada montaje y me siento más orgullosa de mis raíces, con ese saber de que puedo salir de los estereotipos y no solamente ser bruja o trabajadora sexual. También puedo ser reina”.
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