Minas terrestres todavía cobran vidas en la Siria post-Assad
Minas terrestres todavía cobran vidas en la Siria post-Assad
IDLIB, Siria (AP) — Suleiman Jalil cosechaba aceitunas en un huerto sirio con dos amigos hace cuatro meses, sin saber que la tierra bajo sus pies aún ocultaba restos mortales de la guerra civil.
De repente, el trío notó una mina personal visible en el suelo. Presas del pánico, Jalil y sus amigos intentaron irse, pero él pisó una mina terrestre y explotó. Sus amigos, aterrorizados, corrieron a buscar una ambulancia, pero Jalil, de 21 años, pensó que lo habían abandonado.
“Empecé a gatear, y entonces explotó la segunda mina terrestre”, declaró Jalil a The Associated Press. “Al principio, pensé que había muerto. No creí que sobreviviría a eso”.
La pierna izquierda de Jalil resultó gravemente herida en la primera explosión, y en la segunda perdió parte de la derecha, desde apenas arriba de la rodilla. Utilizó su camisa para hacer un torniquete en el muñón y pidió ayuda a gritos hasta que un soldado que estaba cerca lo escuchó y corrió a socorrerlo.
“Hubo días en los que ya no quería vivir”, agregó Jalil, sentado sobre un colchón delgado, con la pierna amputada aún envuelta en una tela blanca cuatro meses después de las explosiones. Jalil, quien es originario de la aldea de Qaminas, en la parte sur de la provincia siria de Idlib, está comprometido para casarse y sueña con obtener una prótesis, de forma que pueda volver a trabajar y mantener a su familia.
Si bien la guerra civil de casi 14 años llegó a su fin con la caída de Bashar Assad el 8 de diciembre, sus vestigios todavía matan y mutilan. La contaminación por minas terrestres y restos explosivos de guerra ha causado la muerte de al menos 249 personas, incluidos 60 niños, y herido a otras 379 desde ese día, según la International NGO Safety Organisation (INSO), una organización internacional que coordina la seguridad de los trabajadores humanitarios de organizaciones no gubernamentales.
Las minas y los vestigios explosivos —ampliamente utilizados desde 2011 por las fuerzas del gobierno sirio, sus aliados y grupos armados de la oposición— contaminan zonas extensas, a muchas de las cuales sólo se tuvo acceso tras la caída del gobierno de Assad, lo que ha provocado un aumento repentino del número de víctimas de minas terrestres, según un informe reciente del organismo activista Human Rights Watch.
“Tomará siglos retirarlas todas”
Antes del 8 de diciembre, las minas terrestres y los vestigios explosivos de guerra frecuentemente también herían o mataban a civiles que regresaban a sus hogares e ingresaban a tierras agrícolas.
“Sin esfuerzos urgentes de desminado a nivel nacional, más civiles que regresan a sus hogares para reclamar derechos cruciales, vidas, medios de sustento y tierras resultarán heridos o muertos ”, advirtió Richard Weir, investigador sénior de crisis y conflictos de HRW.
Los expertos estiman que decenas de miles de minas terrestres permanecen enterradas en toda Siria, especialmente en regiones en las que solía estar el frente de combate, como la zona rural de Idlib.
“Ni siquiera tenemos una cifra exacta”, declaró Ahmad Jomaa, miembro de una unidad de desminado del Ministerio de Defensa sirio. “Tomará siglos eliminarlas todas”.
Jomaa habló mientras inspeccionaba tierras de cultivo en una zona rural al este de la ciudad de Maarrat al Numan, valiéndose de un detector portátil que apuntaba a una mina terrestre visible que estaba enclavada en la tierra seca.
“Esta puede amputar una pierna”, manifestó. “Tenemos que detonarla manualmente”.
Trauma psicológico y daños más amplios
La agricultura sigue siendo la principal fuente de ingresos para los residentes de la zona rural de Idlib, lo que convierte a las minas en un peligro diario. Días antes, un tractor explotó en las cercanías e hirió gravemente a varios trabajadores agrícolas, reportó Jomaa. “La mayoría de las minas aquí están pensadas para personas y vehículos ligeros, como los que usan los agricultores”, añadió.
El equipo de desminado de Jomaa comenzó a desactivar las minas inmediatamente después del derrocamiento del gobierno anterior. Pero su trabajo tiene un costo muy alto.
“Entre 15 y 20 (desminadores) han perdido extremidades, y aproximadamente una docena de nuestros hermanos han muerto al realizar este trabajo”, lamentó. Los escáneres avanzados, necesarios para detectar artefactos enterrados o improvisados, son escasos, expuso. Muchas minas terrestres aún son visibles a simple vista, pero otras son más sofisticadas y difíciles de detectar.
Las minas terrestres no sólo matan y mutilan, sino que también causan traumas psicológicos a largo plazo y daños más extensos, como desplazamiento, pérdida de la propiedad y acceso reducido a servicios esenciales, afirma HRW.
El grupo activista ha instado al gobierno de transición a establecer una autoridad civil para la acción contra las minas en coordinación con el Servicio de Acción contra Minas de Naciones Unidas (UNMAS, por sus siglas en inglés), con el objetivo de agilizar y ampliar las labores de desminado.
Durante el gobierno de Assad, el ejército sirio colocó explosivos hace años para disuadir a los combatientes de la oposición. Incluso después de que el gobierno se apoderara de los territorios cercanos, realizó pocos intentos para eliminar las minas que dejó a su paso.
“Cada día muere alguien”
De pie ante la tumba de su hermano, Salah Sweid sostiene en su teléfono una foto de Mohamad, quien sonríe tras una pila de minas desmanteladas. “Mi madre, como cualquier otra madre haría, le advirtió que no fuera”, recordó Salah. “Pero él les dijo: ‘Si yo no voy y otros no van, ¿quién lo hará? Cada día muere alguien’”.
Mohamad tenía 39 años cuando falleció el 12 de enero mientras desminaba en una aldea de Idlib. Exmiembro de la Guardia Republicana Siria, entrenado en la colocación y desactivación de minas, posteriormente se sumó a la oposición durante el alzamiento popular, y recogía vestigios de armamento para fabricar armas.
Trabajó con unidades turcas en Azaz, una ciudad del noroeste de Siria, donde utilizaba equipo avanzado, pero el día de su muerte estaba solo. Mientras desactivaba una mina, otra escondida debajo detonó. Tras el derrocamiento de Asad, había minas desperdigadas en su aldea en la zona rural de Idlib. Se había ofrecido voluntariamente para desactivarlas —a menudo sin el equipo adecuado— en respuesta a las peticiones de ayuda de los residentes, y lo hacía incluso en días festivos, cuando su equipo de desminado tenía el día libre, observó su hermano.
Por cada mina que personas como Mohamad desactivan, hay muchas más.
En un poblado cercano, Jalal al Maarouf, de 22 años, cuidaba a sus cabras tres días después de la caída del gobierno de Assad cuando pisó una mina. Sus compañeros pastores lo llevaron rápidamente a un hospital, donde los médicos le amputaron la pierna izquierda.
Ya agregó su nombre a una lista de espera para una prótesis, “pero no hay nada hasta ahora”, dijo desde su casa, y pasó suavemente la mano por el borde liso de su muñón. “Como puede usted ver, no puedo caminar”. El costo de una prótesis supera los 3.000 dólares y está muy por encima de sus posibilidades.