Cómo el cambio en la opinión pública sobre la inmigración allanó el camino para medidas de Trump

PASSAIC, Nueva Jersey, EE.UU. (AP) — Presuntos miembros de pandillas sin antecedentes penales enviados erróneamente a una notoria prisión en El Salvador.

Estudiantes internacionales detenidos por agentes federales enmascarados por escribir columnas de opinión o asistir a manifestaciones en los campus.

Ciudadanos estadounidenses, titulares de visas y visitantes arrestados en aeropuertos, detenidos durante días o enfrentándose a una posible deportación por haber cometido infracciones menores.

Desde su regreso a la Casa Blanca, el presidente estadounidense Donald Trump ha lanzado una campaña sin precedentes para hacer respetar las leyes de inmigración en la que ha tratado de ir más allá de los límites del poder ejecutivo y ha chocado con jueces federales que intentan contenerlo. Pero a diferencia de su primer mandato, los empeños de Trump no han provocado el tipo de condena generalizada ni las protestas que lo llevaron a dar marcha atrás en algunas posiciones impopulares.

En lugar de ello, en las encuestas públicas la inmigración ha adquirido una posición muy prominente entre los temas de Trump, reflejando su control sobre la base republicana y un cambio más amplio en el sentimiento del público, impulsado en parte —según dejan entrever algunas entrevistas— por la ira hacia las políticas de su predecesor, el demócrata Joe Biden.

La Casa Blanca ha aprovechado este cambio, burlándose de los críticos e incitando a los demócratas a involucrarse en un tema que el equipo de Trump considera una victoria.

“Creo que para los demócratas esto es otra cosa de deportes de hombres/mujeres”, declaró Trump en una entrevista con la revista Time publicada el viernes, refiriéndose al debate de las guerras culturales sobre los derechos de las personas transgénero que los asesores de campaña de Trump consideraban un factor clave de apoyo en noviembre.

“Estados Unidos ha cambiado”, dijo el encuestador Frank Luntz, un aliado de larga data de los republicanos, el cual ha estado realizando grupos de debate con votantes para hablar sobre inmigración. “Esta es el área en la que Donald Trump todavía tiene un apoyo público significativo y generalizado”.

Luntz indicó que los votantes descontentos por el flujo históricamente grande de migrantes que llegaron durante el gobierno de Biden ahora están “preparados para aceptar un enfoque más extremo”.

“No se equivoquen”, agregó. “El público podría no acogerlo, pero definitivamente lo apoya. Y esta es en realidad su área más fuerte a medida que se acerca a su día 100 (en el cargo)”.

Puntos de vista que cambian

Una encuesta del Centro de Investigación de Asuntos Públicos de The Associated Press-NORC halló que la inmigración es un punto relativamente fuerte para Trump en comparación con otros temas, incluida su gestión de la economía, la política exterior y las negociaciones comerciales. Un poco menos de la mitad de los adultos en Estados Unidos, el 46%, dicen que aprueban la gestión de Trump en el tema, en comparación con su índice general de aprobación a su desempeño en el puesto, que es de 39%, según el sondeo.

La encuesta se realizó del 17 al 21 de abril, un período que incluyó un viaje del senador demócrata Chris Van Hollen a El Salvador para exigir que el salvadoreño Kilmar Ábrego García fuera liberado de prisión después de que el gobierno de Estados Unidos reconociera que fue deportado erróneamente.

En las elecciones de 2020, pocos votantes consideraban que la inmigración es el mayor problema que enfrenta el país, según AP VoteCast, una encuesta de electores empadronados en los 50 estados.

Cuatro años más tarde, después de que republicanos y medios conservadores criticaran a Biden por sus políticas y dijeran a menudo que los cruces de migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México eran una invasión, el tema de la inmigración se había ubicado por encima del de la atención médica, el aborto y el crimen. Sólo estaba detrás de la economía.

En el gobierno de Biden, las aprehensiones de migrantes aumentaron a más de 2 millones durante dos años seguidos. Gobernadores republicanos en estados fronterizos transportaron en autobús a decenas de miles de migrantes a ciudades de todo el país, incluida Nueva York, donde los migrantes fueron colocados en refugios y hoteles, lo cual generó presión sobre los presupuestos municipales.

Los votantes en las elecciones de 2024 también estaban más abiertos a la aplicación de políticas de inmigración más estrictas que el electorado de 2020. En noviembre pasado, el 44% de los electores señaló que la mayoría de los inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos deberían ser deportados a sus países de origen, según AP VoteCast, en comparación con el 29% en 2020.

En la actualidad la inmigración sigue siendo una fortaleza relativa para Trump: el 84% de los republicanos aprueba el enfoque del mandatario hacia la inmigración, según la encuesta de AP-NORC de abril, en comparación con el 68% que aprueba cómo está manejando las negociaciones de comercio.

La encuesta encontró que aproximadamente 4 de cada 10 adultos en Estados Unidos “apoyan firmemente” o “algo” la política de Trump de enviar a El Salvador a inmigrantes venezolanos que las autoridades dicen son miembros de pandillas, y un 22% adicional dice que ni la apoya ni se opone. Alrededor de 4 de cada 10 se oponen.

Los estadounidenses están más en contra, en general, de revocar las visas de estudiantes extranjeros por su participación en activismo propalestino, y aproximadamente la mitad está en contra y unos 3 de cada 10 a favor.

Los cambios de opinión son evidentes en lugares como el condado suburbano de Passaic en el norte de Nueva Jersey, un antiguo bastión demócrata en el que Trump tuvo un desempeño excepcional en noviembre.

Trump se convirtió en el primer republicano en ganar el condado en más de 30 años. Se llevó la ciudad de Passaic, de mayoría hispana, e incrementó significativamente el apoyo a su candidatura en Paterson, la tercera ciudad más grande del estado, que es mayoritariamente latina y también tiene una amplia comunidad musulmana. Obtuvo 13.819 votos después de ganar 3.999 en 2016. Habiendo perdido Nueva Jersey por casi 16 puntos porcentuales ante Biden en 2020, Trump redujo ese margen a 6 puntos porcentuales el año pasado.

Sunny Cumur, un conductor de camiones de 54 años de edad que vive en Paterson tras emigrar de Turquía a finales de la década de 1990, dice ser un demócrata que no suele votar. Pero quería que Trump ganara, señaló, porque estaba preocupado por la forma en que Biden había manejado el control de la frontera.

Aunque los estudios muestran que en general es menos probable que los inmigrantes cometan delitos que los estadounidenses nacidos en el país, las noticias locales en Nueva York y otras ciudades a menudo presentaban lo que Trump comenzó a llamar “crimen de migrantes”.

“Lo que hizo Biden, abrieron todas las fronteras, y mucha gente viene aquí para obtener asilo político. ¡Vamos! Ni siquiera verifican si son terroristas o no”, lamentó Cumur. Se quejó de que los recién llegados dispuestos a laborar por salarios más bajos han estado afectando a trabajadores como él.

"Échenlos fuera. No quiero vivir con criminales”, expresó.

Aún así, otros simpatizantes de Trump temen que esté llevando las cosas demasiado lejos.

El republicano Manuel Terrero, un agente inmobiliario de 39 años de edad que vive en la ciudad de Clifton, dijo que se sintió atraído por Trump debido a lo que percibía era un “caos” en el gobnierno de Biden, en el que demasiadas personas cruzaban la frontera y había demasiada delincuencia en la vecina Nueva York.

“No debería permitirse”, señaló Terrero, un inmigrante de la República Dominicana.

“Trump está haciendo muchas cosas buenas. Y esa es una de ellas, detener a las personas que vienen aquí a crear caos. Y las personas que tienen antecedentes penales, enviarlas de regreso. Pero estoy en contra (de deportar) a las personas que están trabajando”, manifestó. “No creo que sea la forma correcta de hacerlo”.

La representante Nellie Pou, demócrata de Nueva Jersey que el año pasado fue elegida para representar el área en el Congreso, indicó que sus electores creen firmemente en la seguridad fronteriza, pero apoyan el hecho de que ella defienda a los inmigrantes. Recientemente se sumó a otros demócratas en un viaje a la frontera con México.

“No quiero que nadie que pudiese ser un peligro venga a nuestro país a dañar a nuestros ciudadanos. Nadie quiere eso. Y creo firmemente que eso es lo que la gente en nuestro distrito y en todo Estados Unidos quiere”, observó. Al mismo tiempo, agregó, “nuestro país se hizo a partir de inmigrantes. ... Así que creo que hay un lugar para alguien que viene de manera legal”.

Un nuevo paradigma

Trump irrumpió en la escena política en 2015 cuando declaró que los inmigrantes mexicanos eran criminales y violadores y prometió construir “un gran muro”. Pasó gran parte de su primer mandato enfocado en la frontera.

Una de sus primeras acciones en el cargo fue imponer una prohibición de viaje que impedía la entrada de ciudadanos de siete países musulmanes. Eso causó caos en los aeropuertos y protestas en todo el país. Esa política fue bloqueada rápidamente en tribunales, lo que obligó a su gobierno a ofrecer tres versiones más amplias, la última de las cuales fue confirmada finalmente por la Corte Suprema.

El siguiente punto de conflicto llegó en 2018, cuando funcionarios fronterizos comenzaron a separar a las familias detenidas después de cruzar ilegalmente la frontera. En algunos casos, los niños fueron retirados por la fuerza de sus padres bajo una política de “tolerancia cero”, y en ocasiones los padres fueron deportados sin sus hijos.

Las imágenes de niños detenidos en jaulas en instalaciones fronterizas y las grabaciones de audio de niños pequeños llorando para ver a sus padres provocaron un intenso rechazo, en el que miles de personas participaron en cientos de marchas en todo el país. Entre los manifestantes estaba la futura representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, quien fue fotografiada en 2018 rompiendo a llorar frente a una instalación en Texas que se utilizaba para detener a niños migrantes.

Los republicanos se sumaron a ese rechazo.

El gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, denunció que las separaciones eran “trágicas y desgarradoras” en una carta que instaba al Congreso a actuar. “Esta situación vergonzosa debe terminar”, escribió.

“Todos los estadounidenses están justificadamente horrorizados por las imágenes que estamos viendo en las noticias, niños llorando separados de sus madres y padres. Esto debe parar”, manifestó el senador republicano Ted Cruz. Presentó un proyecto de ley que exige que las familias aprehendidas sean mantenidas juntas.

Cediendo a la presión y preocupado por el impacto que esa medida tendría en las siguientes elecciones de mitad de período, Trump suspendió esa política.

Esta vez, en un momento en que los cruces fronterizos han disminuido, Trump ha cambiado el enfoque y ahora expulsa a personas que ya están en Estados Unidos. Está extendiendo los límites del poder ejecutivo y forcejeando con los jueces mientras utiliza leyes antiguas y disposiciones raramente utilizadas con el fin de etiquetar a cientos de hombres como miembros de pandillas de forma que puedan ser deportados sin poder impugnar sus casos en los tribunales.

El secretario de Estado Marco Rubio —quien cuando era senador intentó en una ocasión negociar un paquete bipartidista de inmigración— se ha movilizado para expulsar a personas que están legalmente en Estados Unidos debido a que tienen creencias políticas que él considera contrarias a los intereses de política exterior del país.

Sus blancos han incluido a cientos de estudiantes y otras personas que tienen estatus legal, incluidos aquellos con visas de estudiante o tarjetas verdes que confieren residencia permanente, al igual que aquellos que han solicitado asilo utilizando canales legales.

Jorge Loweree, del American Immigration Council —un grupo activista sin fines de lucro—, dijo que Trump estaba haciendo algo “que es completamente nuevo en términos históricos”.

“Es crucial que la gente entienda lo que el gobierno está haciendo”, señaló Loweree, director gerente de programas y estrategia del organismo. “Tenemos un gobierno que cree que puede desaparecer a quien quiera, donde quiera, a cualquier lugar que quiera”.

Loweree argumentó que, incluso si los votantes en noviembre rechazaron lo que consideraron era un caos en la frontera, eso “no necesariamente significa que apoyen estas medidas muy draconianas que se están implementando hoy”.

Pocos republicanos electos están alzando la voz, aunque algunos de los aliados externos de Trump han criticado lo que consideran un exceso.

Joe Rogan, el popular presentador de podcast que respaldó a Trump en las postrimerías de la campaña, expresó alarma por el caso de Andry Hernández Romero, un maquillador gay de Venezuela sin antecedentes penales que fue uno de los enviados a la prisión de máxima seguridad de El Salvador, llamada Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT).

“Tienes que asustarte de que a personas que no son criminales se les esté capturando con un lazo para deportarlas y enviarlas a prisiones como la de El Salvador”, dijo Rogan a sus oyentes. “Eso es horrible. Y de nuevo, eso es malo para la causa. La causa es expulsar a los pandilleros. Todo el mundo está de acuerdo. Pero no hagamos que inocentes peluqueros gays sean agrupados con las pandillas”.

¿Señales de cambio?

La encuesta de abril de AP-NORC encontró que aproximadamente la mitad de los estadounidenses dicen que Trump ha “ido demasiado lejos” en lo que respecta a deportar a inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos, en comparación con alrededor de 6 de cada 10 que dicen que ha “ido demasiado lejos” al imponer nuevos aranceles a otros países.

Encontró que los estadounidenses están divididos sobre las deportaciones masivas: aproximadamente 4 de cada 10 está a favor de deportar a todos los inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos, y una proporción similar está en contra. El porcentaje que apoya las deportaciones masivas ha disminuido ligeramente desde que AP-NORC realizó otra encuesta en enero, poco antes de que Trump asumiera el cargo.

Aún así, alrededor de una tercera parte de los adultos en Estados Unidos dicen que las acciones de Trump han sido “bastante correctas” en inmigración, y aproximadamente 2 de cada 10 piensan que no ha ido lo suficientemente lejos.

Un caso que ha captado mucha atención a nivel nacional es el de Ábrego García, el salvadoreño que residía en Maryland y que fue enviado al CECOT a pesar de una orden de un tribunal de inmigración que impedía su deportación. Funcionarios de Trump han dicho que Ábrego García tiene vínculos con la pandilla MS-13, un alegato que los abogados de Ábrego García rechazan, y señalaron que en una ocasión su esposa solicitó una orden judicial de protección contra él.

El presidente salvadoreño Nayib Bukele ha dicho que no permitirá que Ábrego García salga del país.

Más demócratas han viajado a El Salvador para resaltar el caso. Y personas enojadas por la situación han confrontado a legisladores republicanos, incluso en una tensa reunión pública el miércoles organizada por el senador Chuck Grassley, durante la cual varios miembros de la audiencia le gritaron para que presionara por el regreso de Ábrego García.

La Casa Blanca ha contraatacado. “Una solicitud para los demócratas: por favor continúen haciendo de la defensa de inmigrantes ilegales criminales el principal punto de su mensaje”, escribió el director de comunicaciones de Trump, Steven Cheung.

Algunos en el partido han instado a mantenerse al margen. Gavin Newsom, gobernador demócrata de California, dijo que el caso era una “distracción” de temas como el de los aranceles, que han resultado ser un mayor punto débil para Trump.

“Este es el debate que (los republicanos) quieren. Este es su tema 80-20 (en el que el 80% de los efectos son provocados por el 20% de las causas), según lo han descrito”, declaró sobre los republicanos en su podcast. “Es un caso difícil, porque”, observó, corre el riesgo de que la gente se pregunte: "¿están defendiendo a la MS-13?”.

Pero Dan Pfeiffer, un exasesor del presidente Barack Obama, está instando a los demócratas a aprovechar el caso. Dice que los temas fronterizos son “mucho más complejos que (el pensar): ‘la inmigración es buena para Trump, mala para los demócratas’”, y cree que los votantes están del lado de estos últimos.

“Si no podemos plantar cara ante la entrega ilegal del padre de un niño estadounidense a una prisión conocida porque en ella se practica la tortura, entonces realmente no sé qué estamos haciendo”, expresó.

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La editora de encuestas de The Associated Press Amelia Thomson-DeVeaux contribuyó a este despacho en Washington.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.