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El plan de Trump para Gaza conmociona al mundo, pero encuentra apoyo en Israel

El presidente Donald Trump y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu hablan durante una rueda de prensa en la Sala Este de la Casa Blanca, el martes 4 de febrero de 2025, en Washington. (AP foto/Alex Brandon)

El presidente Donald Trump y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu hablan durante una rueda de prensa en la Sala Este de la Casa Blanca, el martes 4 de febrero de 2025, en Washington. (AP foto/Alex Brandon)

TEL AVIV, Israel (AP) — El plan del presidente estadounidense Donald Trump de procurar obtener que Estados Unidos sea propietario de la Franja de Gaza y expulsar a su población enfureció al mundo árabe. Sorprendió a los aliados de Washington y a otras potencias mundiales, e incluso desconcertó a miembros del propio partido de Trump. Sin embargo, la reacción en Israel fue marcadamente diferente.

La idea de expulsar a cientos de miles de palestinos de Gaza —que solían estar relegados a los márgenes del discurso político del país— ha encontrado terreno fértil en un público israelí traumatizado por los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, y que intenta hallar formas de sentirse seguro de nuevo después del ataque más letal en la historia de su país.

Políticos israelíes judíos de todo el espectro abrazaron la idea de todo corazón o expresaron estar abiertos a ella. Las columnas de los periódicos elogiaron su audacia y los comentaristas de televisión debatieron cómo podría ponerse en práctica. El ministro de Defensa del país les ordenó a los militares que planificaran su implementación final.

Ya sea que el plan se haga realidad o no —enfrenta muchos obstáculos, por no hablar de las implicaciones morales, jurídicas y prácticas—, el simple hecho de que haya sido planteado por el gobernante más poderoso del mundo ha despertado el entusiasmo por una idea que solía considerarse inaceptable en la corriente predominante israelí.

“El hecho de que haya sido puesta sobre la mesa”, dijo el historiador israelí Tom Seguev, “abre la puerta a que un crimen tan evidente se vuelva legítimo”.

Es cierto que muchos de los que dijeron estar abiertos al plan indicaron que parecía inviable debido a una serie de razones jurídicas y logísticas. Y muchos otros, incluidos israelíes liberales y ciudadanos palestinos de Israel, expresaron su oposición a él. En un editorial publicado el jueves, el diario liberal Haaretz instó a los israelíes a “oponerse a la transferencia”.

“Incluso si Trump hace caso omiso del derecho internacional, es crucial recordarles a los israelíes que la expulsión o transferencia forzada de civiles viola el derecho internacional humanitario, constituye un crimen de guerra y equivale a un crimen contra la humanidad”, decía el editorial.

En una conferencia de prensa conjunta en Washington el martes con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, Trump dijo que imaginaba que Estados Unidos tomaría el control de la Franja de Gaza, que su gente se trasladaría a otros lugares y que reconstruiría el enclave costero asolado por la guerra para convertirlo en la “Riviera de Oriente Medio”.

La propuesta provocó indignación en Oriente Medio, incluso en Egipto y Jordania, dos aliados cercanos de Estados Unidos que están en paz con Israel y a los que Trump ha sugerido acoger a los palestinos.

Por su parte, Netanyahu calificó el plan de Trump de “notable” y la “primera buena idea” que había oído.

“La idea misma de permitir que los primeros habitantes de Gaza que quieran irse, se vayan. Es decir, ¿qué hay de malo en eso?”, dijo Netanyahu a Fox News. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, fue un paso más allá y pidió a los militares que elaboraran un plan para un posible éxodo. Katz ha dado pocos detalles sobre cómo se implementaría ese plan.

Incluso los rivales de Netanyahu indicaron estar abiertos a él.

Benny Gantz, ex ministro de Defensa y figura centrista de la oposición, dijo que la propuesta de Trump mostraba “un pensamiento creativo, original y fascinante”. El líder opositor Yair Lapid, también centrista, declaró a la Radio del Ejército israelí que “en general, es buena”. Ambos dijeron que los detalles y la viabilidad del plan eran complicados y necesitaban ser estudiados, e instaron a Trump y Netanyahu a enfocarse en obtener la liberación de los rehenes que permanecen en Gaza.

Para los palestinos, el planteamiento de Trump desencadenó recuerdos dolorosos de la expulsión o huida de sus hogares en lo que ahora es Israel en la guerra de 1948, que condujo a su creación. También resurgió el trauma de un mayor desplazamiento provocado por la guerra de los Seis Días de 1967, cuando Israel ocupó Cisjordania y la Franja de Gaza.

Permanecer firmes en su tierra es un componente clave de la identidad palestina. De hecho, muchos refugiados palestinos sueñan con regresar a las tierras en Israel de las que fueron desplazados originalmente, algo que el gobierno israelí dice que amenazaría su existencia como un Estado de mayoría judía.

Seguev señala que el concepto de expulsar a la gente de su tierra no es ajeno a la conciencia israelí. Dice que los líderes fundadores de Israel sintieron que necesitaban expulsar a los palestinos de la tierra para garantizar la seguridad y la estabilidad del Estado.

Pero en el Israel moderno, la idea ha sido promovida sólo por elementos marginales, de los cuales el más destacado era el asesinado rabino radical Meir Kahane. Las opiniones de Kahane, nacido en Estados Unidos, le valieron la expulsión del parlamento israelí y llevaron a Estados Unidos a declarar proscrito a su grupo, la Liga de Defensa Judía.

Sin embargo, ahora las posiciones radicales de Kahane son el pilar de los partidos políticos de extrema derecha, incluido uno dirigido por un discípulo suyo, que han sido clave para el gobierno de Netanyahu. Estaban encantados de que alguien tan poderoso como Trump adoptara su idea, de la que han dicho se trata de una “emigración voluntaria”. El respaldo de Trump probablemente los envalentone.

Cuando Hamás atacó el 7 de octubre, los israelíes ya llevaban años alejándose del apoyo a la creación de un Estado palestino, y muchos habían adoptado un enfoque, promovido por Netanyahu, de que el conflicto era irresoluble y sólo podía manejarse mediante guerras esporádicas y operaciones militares.

La conmoción por el ataque de Hamás —los milicianos mataron a 1.200 personas y tomaron a unos 250 rehenes, haciendo que algunos de ellos desfilaran por Gaza ante multitudes que vitoreaban— puso de nuevo en primer plano la cuestión palestina y provocó en los israelíes una apertura a ideas más radicales, siempre y cuando ayuden a restablecer una sensación de seguridad.

Sefi Ovadia, locutor de un popular programa matutino de radio israelí, dijo a su audiencia el jueves que tenía “reservas morales” sobre la idea antes del 7 de octubre, pero que desde el ataque ya no las tiene. Ben Caspit, un columnista muy leído, escribió en el diario Maariv que “todo israelí, salvo los más ilusos de la izquierda extrema, debería acoger con agrado esta iniciativa”.

El trauma por el ataque de Hamás ha llevado a muchos israelíes a creer que una forma de poner fin al conflicto palestino-israelí es “eliminar a Gaza de la ecuación”, dijo Shmuel Rosner, miembro del Jewish People Policy Institute, un grupo de expertos en Jerusalén.

“Era una idea marginal en Israel antes del 7 de octubre, y en algunos casos era una idea ilegítima”, declaró Rosner sobre el plan de Trump. “El 7 de octubre lo cambió todo”.