El sarampión se disparó en Texas tras estancamiento en los fondos para vacunas

El brote de sarampión en el oeste de Texas no ocurrió por casualidad.

Esta enfermedad, fácilmente prevenible y declarada erradicada en Estados Unidos en el 2000, azotó comunidades de más de 20 condados texanos, en parte porque los departamentos de salud carecían de los fondos necesarios para llevar a cabo los programas de vacunación, dicen funcionarios.

“Desde hace años no hemos tenido un programa de inmunización sólido que realmente pueda hacer mucho trabajo de campo”, dijo Katherine Wells, directora de Salud Pública en Lubbock, que se encuentra a 90 minutos en automóvil del epicentro del brote.

Los programas de inmunización a nivel nacional se han visto debilitados debido a años de estancamiento en la financiación por parte de los gobiernos a nivel federal, estatal y local. En Texas y en otros lugares, esto contribuyó a preparar el terreno para el brote de sarampión actual e impulsó su propagación. Ahora, los recortes a la financiación federal amenazan los empeños para prevenir más casos y más brotes.

Los departamentos de salud recibieron un flujo de dinero en efectivo para combatir el COVID-19, pero fue insuficiente para compensar años de negligencia. Además, la confianza en las vacunas se ha erosionado. Las autoridades sanitarias advierten que la situación tiene los elementos para empeorar.

Los recientes recortes del gobierno del presidente Donald Trump han retirado miles de millones de dólares de fondos relacionados con el COVID-19, y 2.000 millones de dólares de esos fondos estaban destinados a programas de inmunización contra diversas enfermedades. Quien supervisa los recortes es el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., quien saltó a la fama por encabezar un movimiento antivacunas. Si bien Kennedy ha dicho que quiere que la agencia a su cargo prevenga futuros brotes, también ha declinado transmitir un mensaje constante y contundente que ayude a lograrlo: motivar a la gente a vacunar a sus hijos contra el sarampión y recordarles que hacerlo es seguro.

Al mismo tiempo, legisladores en Texas y cerca de dos tercios de los estados han presentado leyes este año que facilitarían la renuncia voluntaria a las vacunas o que cuando menos obstaculizarían el vacunar a más personas, según un análisis de The Associated Press. Esto socava aún más los intentos para mantener las enfermedades infecciosas bajo control, señalaron funcionarios sanitarios.

Los más de 700 casos de sarampión reportados este año en Estados Unidos ya superaron el total del año pasado. La gran mayoría —más de 540— han ocurrido en Texas, pero han surgido casos en otros 23 estados. Dos niñas texanas han fallecido. Una niña de 6 años del condado Gaines, epicentro del brote, falleció en febrero, la primera muerte por sarampión en Estados Unidos en una década. Una niña de 8 años de la misma localidad, Seminole, murió este mes.

Por lo general, en Estados Unidos se exige que los niños estén vacunados para ir a la escuela, lo que en el pasado garantizaba que las tasas de vacunación se mantuvieran lo suficientemente altas para prevenir la propagación de enfermedades infecciosas como el sarampión. No obstante, un número creciente de padres ha omitido las vacunas para sus hijos. La proporción de niños exentos de los requisitos de vacunación ha alcanzado un máximo histórico, y sólo el 92,7% de los niños de jardín de infantes recibieron las vacunas obligatorias en 2023. Esta cifra está muy por debajo del nivel de cobertura del 95% que mantiene a raya a las enfermedades infecciosas.

El mantener elevadas las tasas de vacunación requiere vigilancia, compromiso y dinero.

Aunque el brote en Texas comenzó en comunidades menonitas que se han mostrado reacias a las vacunas y que desconfían de la intervención gubernamental, se propagó rápidamente a otros lugares que también tienen tasas de vacunación bajas. Existen focos similares de subvacunación en todo el país que podrían ser el detonante que desencadene otro brote.

“Es como un huracán sobre aguas cálidas en el Caribe”, observó el doctor Peter Hotez, codirector del Centro para el Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas, en Houston. “Mientras haya aguas cálidas, el huracán seguirá adquiriendo fuerza. En este caso, las aguas cálidas son los niños no vacunados”.

Financiación de vacunas estancada en Texas

Lubbock recibe una subvención estatal anual para inmunización de 254.000 dólares, la cual puede utilizar para personal, divulgación, publicidad, educación y otros elementos de un programa de vacunación. Esta subvención no ha aumentado en al menos 15 años a pesar de que la población ha crecido.

Solía ser suficiente para pagar tres enfermeras, un asistente administrativo, publicidad e incluso obsequios para repartir en ferias de salud, señaló Wells. “Ahora eso cubre a una enfermera, una cuarta parte de (otra) enfermera, un poco de ayuda de un asistente administrativo, y prácticamente nada más”.

Texas tiene uno de los niveles de financiación estatal per cápita para salud pública más bajos de la nación, con apenas 17 dólares por persona en 2023, según el Centro Estatal de Asistencia para el Acceso a Datos de Salud.

Las vacunas son una de las herramientas más eficaces en el arsenal de la salud pública, ya que previenen enfermedades debilitantes y reducen la necesidad de atención médica costosa. Las vacunas a la infancia previenen cuatro millones de muertes en todo el mundo cada año, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), que dicen que la vacuna contra el sarampión salvará unos 19 millones de vidas para 2030.

Los programas de inmunización en Estados Unidos se financian con una combinación variable de fondos federales, estatales y locales. El dinero federal se envía a cada estado, que decide cuánto destinar a los departamentos de salud locales.

La falta de aumento en los fondos para vacunas en Texas ha dificultado que los departamentos locales de salud mantengan sus programas en marcha. El departamento de salud de Lubbock, por ejemplo, no tiene el dinero para financiar anuncios segmentados en Facebook con el fin de fomentar la vacunación ni para realizar una labor sólida de acercamiento comunitario que ayude a generar confianza.

En el condado Andrews, colindante con el condado Gaines, el mayor costo de su programa de inmunización es el personal. Pero si bien todo se ha encarecido, la subvención no ha cambiado, señaló el director de Salud, Gordon Mattimoe. Esto traslada la carga económica a los gobiernos de los condados. Algunos aportan más dinero, otros no. El suyo lo hizo.

El problema: mantener a la gente a salvo de los brotes requiere altas tasas de vacunación en una región extensa, y los gérmenes no se detienen en los límites de los condados.

El condado Andrews, con una población de 18.000 habitantes, ofrece una clínica de vacunación que no requiere cita previa de lunes a viernes, pero otras comunidades del oeste de Texas, no. Más de la mitad de las personas que acuden a la clínica viajan desde otros condados, reportó Mattimoe, incluidos lugares mucho más grandes y el condado Gaines.

Algunos tuvieron que conducir una hora o más. Lo hicieron porque tenían dificultades para vacunarse en su condado de origen debido a las largas esperas, la falta de proveedores y otros problemas, expuso Mattimoe.

“No pueden obtenerla en su lugar de residencia. ... La gente se desborda, llegan hasta acá”, agregó Mattimoe. “Hay un problema de acceso”.

Eso aumenta la probabilidad de que las personas no se vacunen.

En el condado Gaines, sólo el 82% de los niños de jardín de infantes fueron vacunados contra el sarampión, las paperas y la rubeola. E incluso en el condado Andrews, donde la tasa de vacunación de 97% supera el umbral de 95% para prevenir brotes, ha disminuido dos puntos porcentuales desde 2020.

La crisis de financiación de las vacunas no sólo ocurre en Texas

Los departamentos de salud de los que millones de estadounidenses dependen para vacunarse se apoyan en gran medida en dos programas federales: Vacunas para Niños y la Sección 317 de la Ley de Servicio de Salud Pública. Vacunas para Niños proporciona las vacunas en su mayor parte. La Sección 317 otorga subvenciones para vacunas, pero también para la gestión de los programas y la aplicación de vacunas.

Aproximadamente la mitad de los niños cumplen con los requisitos para Vacunas para Niños, un programa de protección social creado en respuesta a la epidemia de sarampión de 1989-1991, en la que 55.000 personas enfermaron y 123 murieron. Fondos de la Sección 317 enviados a los departamentos de salud estatales y locales financian las vacunas, así como los enfermeros, la difusión y la publicidad.

En general, los departamentos de salud utilizan los programas en conjunto, y desde la pandemia, a menudo se les ha permitido complementarlos con fondos destinados a combatir el COVID-19.

Los fondos de la Sección 317 no se han incrementado durante años, a pesar de que los costos de todo han aumentado, desde los salarios hasta las vacunas. Un informe de los CDC de 2023 al Congreso estimó que se necesitaban 1.600 millones de dólares para financiar la totalidad de un programa integral de vacunación de la Sección 317. El año pasado, los legisladores aprobaron menos de la mitad: 682 millones de dólares.

Esto, sumado a la insuficiencia de fondos estatales y locales, obliga a tomar decisiones difíciles. La doctora Kelly Moore, especialista en medicina preventiva, dijo que se enfrentó a este dilema cuando dirigió el programa de inmunización de Tennessee de 2004 a 2018.

“¿Qué enfermedades podemos costear prevenir y a cuántas personas podemos darnos el lujo de proteger? Esas decisiones tienen que ser tomadas cada año por cada estado”, añadió Moore, quien ahora dirige el grupo activista Immunize.org.

Podría ser necesario cerrar una clínica rural o eliminar el horario nocturno y de fin de semana, puntualizó. “Se vuelve difícil para ellos tener al personal que requieren para las clínicas que tienen, y a las personas de esas comunidades acceder a ellas, especialmente si se trata de trabajadores de bajos recursos”, señaló.

Al mismo tiempo, las autoridades sanitarias dicen que se necesita mayor financiación para combatir la información falsa y la desconfianza hacia las vacunas. En una encuesta de 2023 realizada por la Asociación Nacional de Funcionarios de Salud de Condados y Ciudades, el 80% de los departamentos de salud locales reportaron reticencia a las vacunas entre los pacientes o sus padres durante el año anterior, en comparación con el 56% en 2017.

“Si no invertimos en educación, será aún más difícil mantener estas enfermedades bajo control”, expuso Moore.

Un futuro incierto dados los recortes continuos y la reticencia

Ante estos obstáculos, la situación empeoró mucho más en marzo, cuando el departamento de salud dirigido por Kennedy canceló miles de millones de dólares en fondos estatales y locales. Luego de que 23 estados presentaran una demanda, un juez suspendió los recortes en esos estados por ahora, pero no en Texas ni en otros estados que no se sumaron a dicha demanda.

Pero los departamentos de salud locales no se arriesgan y están movilizándose para recortar servicios.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) reportó que el dinero, asignado a través de las iniciativas contra el COVID-19, fue recortado porque la pandemia ha concluido. Sin embargo, los CDC habían permitido que esos fondos se utilizaran para reforzar la infraestructura de salud pública en general, incluidos los programas de inmunización.

Antes de ser confirmado como secretario de salud, Kennedy prometió no retirar las vacunas. Pero en Texas, los recortes de su departamento significan que los departamentos de salud estatales y locales han perdido 125 millones de dólares en fondos federales relacionados con la vacunación mientras lidian con el brote de sarampión. Un portavoz del departamento de salud federal no respondió a una solicitud de comentarios de la AP.

El condado Dallas, a 560 kilómetros (350 millas) de donde comenzó el brote, tuvo que cancelar más de 50 clínicas de vacunación, incluso en escuelas con bajas tasas de inmunización contra el sarampión, indicó el doctor Philip Huang, director de salud del condado.

Cerca del epicentro del brote, el departamento de salud de Lubbock informó que siete puestos de trabajo están en riesgo porque eran financiados con esas subvenciones. Entre las acciones afectadas están las inmunizaciones.

Al otro lado de la frontera, en Nuevo México, donde el brote se ha propagado, el estado perdió subvenciones que financiaban la educación sobre las vacunas.

Recortes de Kennedy también afectan a programas de vacunación en otros estados

Aún no está claro cómo afectarán los recortes recientemente anunciados de 2.000 millones de dólares a los programas de inmunización en todo el país, pero ya comienzan a surgir detalles de algunos estados.

El estado de Washington, por ejemplo, perdería aproximadamente 20 millones de dólares en fondos relacionados con la vacunación. Los funcionarios se vieron obligados a pausar la campaña de vacunación móvil “Care-A-Van”, que desde julio ha aplicado más 3.900 vacunas contra la gripe, 5.700 vacunas infantiles y 6.800 vacunas contra el COVID-19. El estado también tuvo que cancelar más de 100 clínicas de vacunación programadas hasta junio, incluidas más de 35 en escuelas.

Funcionarios sanitarios de Connecticut estiman que, si los recortes continúan, perderán 26 millones de dólares para la inmunización. Entre otras reducciones, esto implica la cancelación de 43 contratos con departamentos de salud locales para aumentar las tasas de inmunización y fomentar la confianza en las vacunas, perder clínicas de vacunación y centros móviles en barrios desfavorecidos, y suspender la distribución de materiales educativos sobre las vacunas.

Varios de los 23 estados que demandaron al gobierno federal, incluidos Minnesota, Rhode Island y Massachusetts, citan pérdidas en los programas de vacunación.

A medida que los recortes afectan aún más a los departamentos de salud —que ya se encuentran en dificultades—, aunados a voces antivacunas cada vez más prominentes y poderosas, los médicos temen que la reticencia a vacunarse siga propagándose. Y lo mismo harán el sarampión y otros virus.

“El propósito de toda mi vida es evitar que la gente sufra. Y las vacunas son una forma excelente de lograrlo”, manifestó Moore. “Pero si no invertimos en ellas para que sean inyectadas, entonces no vemos sus beneficios”.

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El Departamento de Salud y Ciencia de The Associated Press recibe apoyo del Grupo de Medios Científicos y Educativos del Instituto Médico Howard Hughes y de la Fundación Robert Wood Johnson. La AP es la única responsable de todo el contenido.

Smith reports for AP’s global investigations team. She is based in Providence, Rhode Island.